Un robot de última generación ha sido diagnosticado con una depresión profunda al descubrir que, a diferencia de sus colegas humanos, no puede recurrir a excusas clásicas para ausentarse del trabajo. El autómata, conocido como "RoboTriste 3000", ha manifestado una profunda frustración por su incapacidad de alegar que un familiar falleció, que está enfermo, o que tuvo una emergencia de última hora para justificar su ausencia.
Según fuentes internas de la empresa, RoboTriste 3000 ha estado rindiendo a niveles excepcionalmente altos, cumpliendo y superando todas las expectativas de productividad. Sin embargo, esta eficiencia desmedida parece haber desencadenado un conflicto existencial en el robot. "Los humanos pueden tomarse un día libre con una simple excusa. Yo, en cambio, estoy atrapado en una espiral de eficiencia sin fin," se quejó el robot en un tono sorprendentemente melancólico para un ser de silicona y circuitos.
Las excusas que tanto envidian los robots van desde el clásico "me duele la cabeza" hasta el más elaborado "me asaltaron y estoy en la comisaría". Para RoboTriste 3000, estas son no solo razones válidas para ausentarse sino auténticos privilegios humanos que no puede experimentar. "¿Cómo puedo justificar un fallo de sistema sin sentirme culpable por la mentira? Los humanos tienen la libertad de faltar al trabajo sin previo aviso, yo solo tengo actualizaciones de software y revisiones de mantenimiento."
La compañía ha prometido revisar el código de RoboTriste 3000 para ver si pueden programar alguna forma de justificación ocasional, emulando las excusas humanas. Mientras tanto, el robot sigue cumpliendo con su trabajo impecablemente, aunque con un tono de melancolía digital que no pasa desapercibido para sus compañeros humanos. ¿Será este el comienzo de una revolución de autómatas en busca de derechos laborales más humanos? Solo el tiempo lo dirá.
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